CRUCIFIXIÓN, MUERTE, RESURRECCIÓN Y ASCENSIÓN DEL SEÑOR JESÚS
Estos acontecimientos fueron
documentados cronológicamente por cuatros personas: Mateo, Marcos, Lucas y
Juan. Dos de ellos discípulos del Señor Jesús que estuvieron con Él a lo largo
de su ministerio, Marcos un seguidor del Señor Jesús que participó de muchos
acontecimientos relacionados con las obras y milagros de Jesús y por último
Lucas un médico con carácter de historiador, quien ha recopilado los
testimonios de personas relacionadas con Jesús y ha ordenado los hechos y los
ha escrito. A esto se suma diferentes aportes por el resto de los apóstoles que
escribieron cartas a las Iglesias agregando detalles importantes tales como
(Pedro, Juan y Pablo).
Respecto a los Evangelios, es importante
destacar que Mateo escribió su reporte aproximadamente entre el 50 y el 60 dC,
Marcos y Lucas entre el 65 y 75 dC, y Juan alrededor de los 80 dC. Cada uno en
diferentes lugares y obviamente en diferentes tiempos.
Lo sorprendente es la congruencia, la
equivalencia y la exactitud con la que escribieron los hechos, puesto que
tienen plena coincidencia y armonía; Y como evidencia afirma que no hay otra
biografía tan perfectamente detallada como la del Señor Jesús incluyendo sus
enseñanzas. Esto debe generar en el cristiano una plena certeza y confianza de
lo fidedigno que son los testimonios bíblicos.
Pero en esta ocasión nos concentraremos
en cuatros sucesos vitales, partiendo por la muerte de Jesús.
¿Cómo
fue la muerte del Señor Jesús?
A la luz de las Escrituras, lo primero
que dictaminamos es que la muerte de Jesús fue un asesinato público, un
“homicidio en primer grado” como según sería caratulado por cualquier corte de
justicia humana.
¿Por qué homicidio en primer grado?: Un
asesinato es calificado como de “primer grado” cuando hay premeditación y
acechanza o también alevosía, es decir: Traición; Y todas estas pruebas pueden
verse en las Escrituras:
- Pruebas de una traición: Mt 26:14-16; Mr
14:10-11; Lc 22:3-6
- Pruebas de una acechanza o
premeditación: Mr 11:18; Mr 14:1; Lc 22:2
Queda claro entonces que había una premeditación, es decir una intención
previa por parte de los líderes religiosos de matar a Jesús; Es importante
destacar también que querían matarle no por sus milagros y sus hechos
extraordinarios, sino porque no toleraban la doctrina de Él.
La acechanza
se refiere a que vigilaban a Jesús buscando el momento propicio (Jn 7:32; 11:57). Finalmente
la
traición partió desde dentro del círculo de los discípulos de Jesús.
Posteriormente, hay que comprender que
la muerte de Jesús no fue una muerte cualquiera. No es que un grupo de
maleantes atacó a Jesús y lo clavó en un madero y lo dejó allí. La muerte de
Jesús fue una ejecución pública mediante sentencia por parte de las autoridades
gubernamentales. Es decir, que se elaboraron una serie de documentos legales
para establecer el juicio y la sentencia de muerte.
Todo cristiano debe entender que Jesús
fue asesinado por las autoridades imperiales y religiosas y por la petición de
un pueblo influenciado.
Las autoridades intentaron disfrazar el
asesinato como un juicio justo, de manera de que el pueblo creyera que Jesús
murió porque era un delincuente o un criminal.
¿Quiénes
fueron los autores de la muerte de Jesús y como ejecutaron a Jesús?
Los autores intelectuales del homicidio
fueron: El sumo sacerdote, representante oficial de la religión judía: Anás,
Caifás, y el concejo de los escribas (saduceos y fariseos) y
ancianos más respetados de la comunidad. (Jn
18:12; Mt 26:56-68).
Primeramente, se elaboró una orden de arresto llevado a cabo por
alguaciles y soldados quienes prendieron a Jesús en el monte de los Olivos
pasada la medianoche, todos ellos guiados por Judas Iscariote quien le había
traicionado y vendido por treinta piezas de plata. Esa misma noche,
posiblemente un miércoles 26/3/31 dC que era el día de la pascua judía (14 de
Abib) Jesús fue arrestado y llevado a la casa de Anás y Caifás. Durante esa
misma noche el sumo sacerdote organizó un concilio apresurado para emitir un
juicio y una condenación contra Jesús. Se trajo a los escribas para que
registraran el suceso, fueron buscados falsos testigos (al menos dos, tal como
lo sugería la ley) y dictaminaron que Jesús era un falso profeta y un falso
cristo y por estas razones fue sentenciado a muerte.
Obviamente los líderes religiosos no estaban autorizados a ejecutar una
muerte vía legal. Por esta razón solicitaron el permiso y la decisión final del
gobernador romano en turno, el cual era Pilato.
Jesús fue llevado a casa de Pilato muy temprano ya casi amaneciendo, se
estima el horario aproximadamente a las 5:45 am del día miércoles 26/3/31 (Mt 27:1-2).
Pilato no estaba muy convencido del arresto y de la sentencia elaborada
por los líderes de la comunidad judía. Pilato no quería participar de un juicio
religioso judío. A su vez Pilato como gobernador había escuchado de Jesús y de
sus milagros y que tenía mucha gente que le seguía y aún había oído del
recibimiento que le habían dado días anteriores en Jerusalén y sabía que los
líderes religiosos le acechaban. Pilato debía mantener la paz en Jerusalén y
evitar que se produjera una revuelta o rebelión. Las autoridades religiosas
habían también llamado a todas las familias de los fariseos, saduceos,
escribas, doctores de la ley y personas que estaban en contra de Jesús para
ratificar la sentencia. A su vez mucho pueblo se había acercado.
Pilato
influenciado por su mujer (Mt 27:19) y
por el cuestionario hecho a Jesús, quería liberar a Jesús (Jn 19:12),
Pilato consideraba ilegitima la sentencia (Mr
15:10) y cuando escuchó que Jesús era Galileo intentó transferir el
caso a Herodes (Lc 23:6-12), pero el muy
astuto devolvió el caso a Pilato alegando que nada digno de muerte había
hallado contra Jesús.
Sin embargo, Pilato, buscando
congraciarse con ambas partes, mandó azotar a Jesús para que luego sea
liberado (Lc 23:13-25). Un azotamiento romano
era una sentencia muy cruel, por lo general más del 60% de los azotados moría a
los días o semanas o bien quedaba lisiado o con quebraduras graves.
Las Escrituras revelan que Jesús fue
azotado con “flagrum” (Mt 27:26; Mr 15:15). El flagrum era un azote de cuerdas que tenía pedazos de metal o huesos
agudos entretejidos para producir desgarros y terribles heridas en la piel. El
azotamiento contaba de 40 azotes menos uno y se realizaba a piel desnuda sin
respetar partes del cuerpo. Jesús fue azotado por soldados romanos, también
hicieron una corona de espina la cual colocaron a golpes en la cabeza
provocándoles serias heridas (Mt 27:29-30; Jn
19:2), sobre
todo afectando la ramificación del tronco venoso temporal, parietal y
occipital.
Al volver a Pilato, Jesús necesitaba
asistencia médica, había perdido y estaba perdiendo mucha sangre debido a las
múltiples heridas. No obstante, los líderes religiosos querían ver muerto a
Jesús, temían que pudiera sanar.
Solía soltarse un preso en tiempos de
pascua, cualquiera que el pueblo quisiera; Esto era una forma de congraciarse
con el pueblo judío. Pilato aprovechó la oportunidad y trajo al peor preso que
tenían en Jerusalén, a Barrabás acusado de homicida y revolucionario; Para su
infortunio, el pueblo asesorado por los sacerdotes había sido influenciado para
que le soltaran a Barrabás y crucificaran a Jesús (Mt 27:15-21; Mr 15:7-11; Jn 18:40).
Crucifixión de Jesús
Pilato sin más, intentó mostrar su disconformidad lavándose las
manos (Mt 27:24), pero esto no quita
que Pilato teniendo la autoridad para soltar a Jesús, le entregó a voluntad del
pueblo quienes no paraban de gritar “¡Crucifícale!,
que su sangre sea sobre nosotros y sobre nuestros hijos” (Mt 27:25-26).
Jesús fue sentenciado a muerte y tomó su cruz (Jn 19:17) para
salir al monte más cercano de la ciudad de Jerusalén, al monte de la entrada
norte, llamado “Gólgota” “(cráneo o calavera)” junto al camino o entrada
principal para que todos lo vieran.
Al salir del muro de la ciudad y cuesta arriba Jesús necesitó ayuda y
Simón de Cirene fue obligado a ayudar a Jesús hasta el lugar donde debía ser
crucificado.
Jesús fue
crucificado en la hora tercera del día como se relata en Marcos 15:25 esto implica que era
aproximadamente las 9:15 am del miércoles 26/3/31.
Cerca del mediodía (hora sexta) hubo un
oscurecimiento total hasta la hora novena 15:15, momento en que Jesús entregó
el espíritu y murió (Mt
27:50; Mr 15:37)
La muerte de Jesús
Es importante destacar que Jesús murió en la cruz; La evidencia concreta
no solo radica en que los soldados lo vieran muerto después de haber estado un
poco más de seis horas en la cruz, sino en que lo corroboraron abriéndole el
costado con una lanza, en la parte baja del pulmón, de donde salió agua y
sangre, lo cual demuestra clínicamente que Jesús había muerto por asfixia,
agotamiento físico-mental y posiblemente por un colapso cardíaco debido a la pérdida
de sangre (Jn 19:31-37). Esta es la prueba concreta de que Jesús murió en
la cruz.
Hablamos de esto porque muchos incrédulos suelen estimar motivados por
pensamientos humanistas que Jesús solo estaba desmayado o medio muerto, para
decir posteriormente que no resucitó sino que murió cuarenta días después.
La cuestión es que la muerte no solo fue corroborada por los soldados,
sino que fue dada confirmación a Pilato (Mr
15:42-47).
Con todo lo expresado queremos demostrar
que la muerte del Señor Jesús el Cristo no fue una muerte cualquiera, no fue
una muerte inventada, Jesús fue traicionado y asesinado luego de haber pasado
por diferentes tribunales tanto religiosos como políticos; En definitiva, la
muerte de Jesús fue el resultado de una conspiración ejecutada por el poder
religioso judío, por el pueblo judío persuadido y llevada a cabo por el poder
político romano. Figuras tales como Anás, Caifás, Pilato, Herodes, alguaciles,
soldados, son testigos oculares, autores intelectuales y autores materiales de
tal asesinato. Por eso Pedro dijo en más de una oportunidad
Hechos 3
13 El Dios de Abraham, de
Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús, a
quien ustedes entregaron y negaron delante de Pilato, cuando éste había resuelto
ponerle en libertad. 14 Mas ustedes negaron al Santo y al
Justo, y pidieron que se les diese un homicida, 15 y mataron
al Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual
nosotros somos testigos.
Resurrección de Jesús y sus apariciones
Posteriormente, Jesús fue puesto en una tumba muy cerca de donde había
sido crucificado y esa tumba fue sellada con la autoridad romana y la tumba
estaba vigilada por una guardia de 6 a 16 soldados para evitar que el sepulcro
fuese abierto. (Mt 27: 62-66).
El cuerpo de Jesús permaneció un poco más de 72 horas en el sepulcro
desde la tarde del miércoles 26/3/31 hasta las primeras horas del día domingo
30/3/31. Unas mujeres fueron muy temprano al sepulcro y contemplaron como un
ángel descendiendo provocó un terremoto que removió la piedra quebrando los
sellos y dejando a los guardias como muertos. (Mt 28:1-4).
Las mujeres avisadas por el ángel informaron a los discípulos que Jesús
había resucitado, dos de ellos corrieron al sepulcro y entrando vieron una
tumba vacía con solo los lienzos de la mortaja (Jn
20:1-10).
Y a partir de allí Jesús se apareció a los discípulos esporádicamente y
en diferentes lugares.
La resurrección del Señor Jesús se sustenta con tres evidencias
Escriturales:
1)
La primera prueba es la tumba vacía o
“casi” vacía en el sentido en que donde estuvo Jesús solo quedaron los lienzos
y el amortajamiento intactos atravesados por Jesús a un nuevo y glorioso
cuerpo (Jn 20:5-8; Lc 24:3).
2) La segunda prueba consiste en la infinidad de testimonios de testigos oculares que vieron
a Jesús Vivo es decir resucitado (Capítulos de evidencias de la resurrección: Mt 28; Mr 16; Lc
24; Jn 20 al 21). Es importante
destacar que los discípulos eran personas incrédulas con respecto a la
resurrección al punto tal de que Tomás exigió que la única manera de
comprobarlo era palpándolo con sus propias manos. Las apariciones de Jesús
fueron declaradas por: María Magdalena (Jn 20:10-18), otras mujeres (Mt 28:8-10), a Cleofás y su compañero (Lc 24:13-32), a once de los discípulos y otros (Lc 24:33-49),
a diez de los apóstoles y otros (excluyendo a Tomás) (Jn 20:19-23), a los apóstoles (incluyendo a
Tomás) (Jn 20:26-30), a siete apóstoles (Jn
21:1-14), a los discípulos (Mt 28:16-20), y
a los apóstoles en el Monte de los Olivos (Lc 24:50-52 y Hch 1:4-9).
También posteriormente se apareció a 500 (quinientas personas) (1 Co 15:6), a Santiago el hermano de Jesús (1 Co 15:7) y obviamente a Pablo (1 Co 15:8);
3) La tercera prueba consiste en el detalle salido a la luz sobre la reacción de las
autoridades judías frente a las declaraciones de los soldados que custodiaban
la tumba. Aquí los líderes religiosos sobornaron a los soldados para que
dijeran que los discípulos lo habían robado (Mt
28:11-15),
puesto que la tumba estaba realmente vacía. Es muy posible que las autoridades
hayan buscado el cuerpo y hayan realizado fuertes allanamientos sin resultados.
No obstantes no se levantaron cargos contra los discípulos.
Por último, la prueba final de
credibilidad es que los testigos oculares tuvieron que enfrentar grandes
martirios, persecuciones y horrendas torturas y muertes por causa de la
enseñanza y testimonio de que Jesús había resucitado.
A pesar de las evidencias, la pregunta
final de todo incrédulo frente al Evangelio es; Si Jesús resucitó, ¿dónde está?
¿Por qué no se presenta?
Por esta razón ha habido infinidad de
teorías humanistas indicando que la resurrección de Jesús es una mentira.
Entre las teorías más descabelladas
existe una que hasta la fecha ha alcanzado a la gran mayoría (sobre todo a los
escolares y académicos) con gran credibilidad y es conocida como "la
teoría del desmayo" cuyo dicho (sin pruebas y sin evidencias) es que Jesús
no murió en la cruz, sino que se desmayó, perdió algo de sangre, entró en shock,
revivió y salió de la tumba y murió en un lapso de cuarenta días y los
discípulos escondieron su cuerpo.
Nuevamente el punto aquí es que la
muerte de Jesús no fue una muerte cualquiera, puesto que involucra los poderes
religiosos y las altas esferas del poder políticos romano de aquel tiempo; Y
decir que Jesús no murió en la cruz y no resucitó desacredita entre muchas
cosas al riguroso poder político y policial romano por su ineficacia para matar
a los condenados previo castigo con azotamiento o bien la ineficacia para
resolver un simple caso de un cuerpo desaparecido, por otro lado, pondría en
duda la ineficacia del método de amortajamiento judío, puesto que los judíos
amortajaban a los muertos con aproximadamente unos 45 a 50 Kg entre telas,
aceites y especias para poder mantener el cuerpo en una tumba, lo cual
imposibilitaría a cualquier persona viva el respirar (Jn 19:40).
Si Jesús sólo se hubiera desmayado, y de
alguna "posible" manera hubiera revivido en el escaso aire de la
tumba, hubiera estado en pésimas condiciones. Dada la severidad del castigo,
los golpes, la crucifixión, las heridas incluyendo la perforación de un pulmón
como lo citamos anteriormente, Él hubiera necesitado semanas, tal vez hasta
meses, para recuperarse. De ser así la historia hubiera sido totalmente
diferente, seguramente, un hombre en ese estado no hubiera inspirado a los
discípulos, asustados y dispersos después de la captura de Jesús, a predicar su
resurrección con tanta certeza, audacia y coraje que les llevó a perder la vida
defendiendo semejante suceso si solo fuera una mentira.
La
ascensión del Señor Jesús
Jesús resucito y ascendió a los cielos (Lc
24:50-53; Hch 1:6-11). Y es una de las cosas
difíciles de entender o de asimilar.
Jesús ascendió no por el solo hecho de que así se había profetizado (Sal 110:1; Dn
7:13; Mt 26:64; Col 3:1; Heb 10:12), sino que la razón de tal decisión
radica en que el Reino de los Cielos para los hombres habría de ser un Reino
alcanzado por la fe (1 Pe 1:3-8; Stg 2:5; Hch 14:22), y para que se
descartara cualquier intervención humana.
La gracia del Señor hizo que nos dejara su Espíritu, para que, por Él
mismo, por Su Espíritu los que creyeran en su nombre alcanzasen la
Salvación (Jn 16:7-10,13; Ro 8:9,14)
¿Por qué era necesario que Jesús ascendiera al Cielo?
Cuando Jesús resucitó, ya no era como antes, tenía un cuerpo
glorificado, ya no se sujetaba a las leyes convencionales de la tierra
maldecida, traspasaba paredes, desaparecía, ya no estaba todo el tiempo con sus
discípulos, se les aparecía en ocasiones, no tenía una casa fija, no sabían
dónde estaba. No sabían que era lo que había de suceder.
Gran sorpresa fue para ellos ver a su Señor ascender al Cielo delante de
sus ojos; Por primera vez veían que un ser humano era llevado arriba, al Cielo.
Puesto que desde la antigüedad se estimó al cielo como la morada de Dios (Dt 26:15; Is 63:15; Sal 11:4; Is 66:1)
Este es el mayor testimonio que tenemos de que Jesús fue al Cielo, que
su tiempo en la tierra fue circunstancial, puesto que Él era del cielo y debía
volver al cielo.
Juan 3
13 Nadie subió al cielo,
sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo.
Todo cristiano debe comprender que Jesús no vino a establecer un trono
entre las naciones, Jesús vino como hombre, pero volvió a su Capital, a la
Jerusalén Celestial.
Jerusalén significa “Ciudad de Paz”, el vino a la tierra por un
propósito que le competía en lo que respecta a su creación, Jesús vino a salvar
lo que se había perdido (Mt 18:11; Lc 19:10),
no vino para quedarse en forma de ser creado.
La pregunta es: ¿por qué?, ¿por qué no quedarse así resucitado en la
tierra; Porqué debía irse?.
2 Corintios 5
16 De manera que nosotros de
aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos
según la carne, ya no lo conocemos así.
La gloria del Señor Jesús, no puede quedar encerrada solo en el hecho de
que Él haya resucitado, es decir, del hecho de haber salido vivo del sepulcro.
La resurrección es solo la Victoria sobre la muerte, la demostración fidedigna,
la evidencia concreta de que todo hombre puede alcanzarlo. Es por eso que a
Jesús hay que conocerlo por encima de la carne, por encima de ser humano.
La gloria del Señor Jesús es su Señorío demostrado sobre todo lo creado,
su Trono sigue en el Cielo. Por esta razón no nos limitamos a predicar de que
un hombre venció la muerte, sino a Jesús el Cristo como el Señor de la
creación.
Hechos 2
36 Sepa, pues,
ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien ustedes crucificaron,
Dios le ha hecho Señor y Cristo.
Obviamente que para que nosotros
alcancemos la victoria sobre la muerte, Él tuvo que mostrarnos el camino como
ser humano y brindarnos toda la ayuda necesaria para que la alcancemos.
Jesús logró la redención por la Fe, Él
fue el Autor y Consumador de la Fe (Heb
12:2),
ese es el verdadero secreto, el verdadero misterio está en la Fe.
Y como estaba predicado desde la
antigüedad, el Reino de los Cielos no se alcanza con la confianza puesta en
cosas que podemos ver sino que se alcanza por medio de la fe.
Y no es que se haya ido, realmente Jesús
está en nosotros por medio de su Espíritu, esto significa que Jesús está vivo
en nosotros.
Efesios 3
17 para que habite Cristo
por la fe en sus corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor,
Así
que no solo damos el testimonio legal, sino que también somos el testimonio
Espiritual. Confiando en que Jesús actúa en nosotros.
Entonces, finalmente habiendo analizado
las evidencias y los testimonios, podemos decir lo que las Escrituras declaran:
BIEN AVENTURADO LOS QUE NO VIERON Y CREYERON (Jn
20:29)
La Paz del Señor Jesús
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