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¿QUE DEBO HACER?


Hasta aquí llega la introducción, la presentación de la entrada al Camino. Ahora que has leído todo este temario y quieres caminar por el Camino, necesitarás determinación para pasar por pasar diversos procesos, la primera de ella es la conversión, posteriormente el proceso de santificación, es decir, apartarte del mal, alejarte de los pecados, deshacer las malas obras por buenas obras.

La buena noticia es que no estarás solo, de hecho, el trabajo depende del Señor Jesús por su Espíritu, solo tienes que dejar que el Espíritu haga la cirugía de extirpar el pecado de tu vida, no será fácil, tampoco será rápido, es un proceso en el tiempo, como lavar una prenda de vestir muy sucia.

 

Solo debes obedecer y permanecer en el Camino. A partir de ahora, tu antiguo amo se convertirá en tu principal enemigo y todo lo que viviste en el mundo se volverá contra ti. Muchos se opondrán a tu cambio, y tratarán de que vuelvas al mundo. Muchas amistades ya no serán amistades, muchos parientes te verán como un extraño, pero de nuevo, no te preocupes porque en el Camino hay una Gran Familia que verdaderamente te ayudará, tendrás nuevos hermanos dispuesto a cooperar en tu travesía.

 

La Biblia será tu principal guía, deberás leerla completamente y varias veces hasta que asimiles cada conocimiento para poner en práctica todo lo que lees. Habrá hermanos que te guiarán en la lectura, explicando y comentando lo necesario para que sea comprensible.

 

Aprenderás a orar. Orar es comunicarte con Dios, es lo más grandioso que el Señor Jesús a logrado por nosotros, el permitir tener acceso al Padre por medio de su Nombre. También habrá personas que te enseñen a comunicarte, que dialogues con tu verdadero Padre.

 

Por lo pronto explicaremos el primer paso en el Camino: La Conversión

 

¿Qué es la conversión?

[Convertir: (Del lat. convertĕre). Transformar, hacer de algo o alguien una cosa totalmente distinta de lo que es / Producir cambios que hacen de algo una cosa totalmente diferente]

Del griego epistrefw [1812] “epistrefo”: Volverse, convertir, (transformar), (cambiar de dirección)

 

Hechos 3

19 Así que, arrepiéntanse y conviértanse, para que sean borrados sus pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,

 

Hechos 3

26 A ustedes primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que les bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad.

 

Hechos 26

18 para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados.

 

Hechos 28

27 Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyeron pesadamente, Y sus ojos han cerrado, Para que no vean con los ojos, Y oigan con los oídos, Y entiendan de corazón, Y se conviertan, Y yo los sane.

 

Hechos 9

35 Y le vieron todos los que habitaban en Lida y en Sarón, los cuales se convirtieron al Señor.

 

1 Tesalonicenses 1

9 porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibieron, y cómo se convirtieron de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero,

 

Hechos 26

20 sino que anuncié primeramente, a los que están en Damasco, y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento.

 

Este es el verdadero propósito del Evangelio, el de “convertir” a las personas, transformar, cambiar totalmente a tal punto de que una vez que haya asimilado el Evangelio mire hacia atrás y pueda ver todos los cambios que se han producido en su vida, todo aquello a lo que ha renunciado por seguir a Cristo.

Ser parte del Reino de Dios es un cambio de mentalidad, un cambio de dirección al sentido de la vida, es la inserción de un nuevo Espíritu para que Cristo tome el Control, de esto se trata la conversión, de dejar atrás la vida vieja, de despojarse de la naturaleza pecaminosa, salir de la existencia sin sentido para pasar a la Vida Espiritual.

 

Efesios 4

22 En cuanto a la pasada manera de vivir, despójense del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, 23 y renuévense en el espíritu de su mente, 24 y vístanse del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.

¿Quién puede despojarse del viejo hombre? ¿Quién puede renunciar al pecado para seguir a Cristo?

Ser cristiano no es nada fácil; No es fácil seguir a Cristo.

Lo que debemos comprender es que el Evangelio no es una oferta para el hombre, no es una alternativa, es una necesidad, de hecho, es la única necesidad

 

Hechos 17

30 Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan;

 

El Evangelio es una demanda, es una petición obligatoria, el Evangelio es una orden: ¡Dios te llama!, Jesús dice: ¡Sígueme! (se obedece o no se obedece), y el obedecer implica grandes cambios, implica una transformación. Una transformación que se sufre, un cambio que nos es contradictor.

 

En esto versículos se resume el costo de lo que implica seguir a Jesús, los cambios que debemos realizar.

 

Lucas 14

26 Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27 Y el que no lleva su cruz y viene detrás de mí, no puede ser mi discípulo.

 

Lucas 14

33 Así, pues, cualquiera de ustedes que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo

 

Muchas religiones supuestamente cristianas pretenden que el Evangelio sea una aceptación, una pequeña parte de su vida, unas cuantas horas los fines de semana, que se sometan a los hombres y que cooperen económicamente con el engrandecimiento de su institución religiosa. Pero eso no es vivir el Evangelio.

El Señor Jesús no quiere ser una parte de tu Vida, Él quiere ser toda tu Vida.

Convertir no es aceptar, y es aquí cuando comenzamos a considerar quien predica el verdadero Evangelio y quiénes las religiones que usan palabras fingidas con el fin de dominar intelectualmente a las personas.

Porque si pedimos a las personas que “acepten” no estamos pidiéndoles los cambios que son necesario para entrar en el Reino. Por eso una persona que “acepta” al Señor, estima el conocimiento como verdadero pero sigue haciendo su voluntad, su vida, no aborrece lo que estaba haciendo, sigue con sus ambiciones, con sus pretensiones y propósitos en el mundo, sigue respondiendo al sistema, desgastándose por cubrir sus necesidades, sus impuestos y sus responsabilidades, y lo peor de todo es que ahora que acepto a Cristo espera que Cristo le ayude en sus objetivos mundanos y a satisfacer sus ambiciones y ansiedades que considera justas exponiéndolas en oración, pone su empeño y fe en conseguir cosas en el mundo (estudiar, mantener o conseguir trabajo, crecer económicamente, casa, esposa, hijos, salud, paz interior, etc) proponiéndose a si mismo asistir a las reuniones de la congregación a ofrendar o diezmar esperando que eso sea suficiente para alcanzar tanto el bienestar en el mundo y la salvación.

Pero la realidad le muestra duramente que inútil son sus oraciones por sus pretensiones y que Dios no hará nada por su bienestar en el mundo, antes, por el contrario, es Dios quien no “acepta” la voluntad del hombre, sino que espera a que este se convierta, que deje su vida para hacer la voluntad de Dios.

 

1 Corintios 7

22 Porque el que en el Señor fue llamado siendo esclavo, liberto es del Señor; asimismo el que fue llamado siendo libre, esclavo es de Cristo.

23 Por precio fueron comprados; no se hagan esclavos de los hombres.

 

Convertirse en esclavo de Cristo, de eso se trata la conversión, de dejar de servir al mundo y su vanidad para servir al Señor Jesús, salir de las tinieblas a la Luz.

Un esclavo no toma decisiones, no escoge, no depende de sí mismo, un esclavo está puramente para obedecer y hacer la voluntad del Señor. Y para hacer la voluntad primero tienes que oír, aprender a escuchar, aprender a asimilar todas las enseñanzas.

 

Juan 8

31 Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si ustedes permanecen en mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos; 32 y conocerán la verdad, y la verdad les hará libres.

 

Y esta es la verdad que te hará libre, en que el Señor es Soberano y de Él dependen todas las cosas (Col 1:16-17), y Él no desampara. Entonces te librarás de esa pesada carga que te puso el príncipe de este mundo y dejarás todo en manos del Señor y entenderás que:

 

Mateo 6

31 No se afanen, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? 32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero su Padre celestial sabe que tienen necesidad de todas estas cosas.

33 Mas busquen primeramente, el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.

 

De ahora en más, entiende hermano cuan necesario es el arrepentimiento, cuan necesaria es tu conversión, cuan necesario es someterte a la voluntad de Dios y no esperar a que Dios te ayude en tus pretensiones. Aquí la única voluntad que hay que seguir es la voluntad de Dios y no las pretensiones de las religiones o las enseñanzas de los falsos que niegan el Señorío de Cristo y reniegan de su voluntad y que disfrazan el Evangelios con palabras falsas como la de “aceptar a Jesús” sin pedir cambios.

No blasfemes diciendo a Cristo Señor cuando solo buscas egoístamente tus propósitos.

Ama al Señor tu Dios: Aprende a decir: ¿Señor que quieres que yo haga? (Hch 9:6)

 

Salmos 51

13 Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, Y los pecadores se convertirán a ti.

 

Jeremías 15

19 Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos.

 

 

La Paz de nuestro Señor Jesucristo


  

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